El jueves 14 de mayo 2020 marcó un sismo en la adaptabilidad que la/os guatemalteca/os ya habían aprendido a llevar adelante en el marco restringido de COVID-19. Los mensajes provenientes de presidencia, discusiones, y aperturas poco comprensibles, tuvieron un retroceso profundo cuando «cerraba el país» durante tres día, mientras que la población lo miraba en cadena presidencia en la noche ya durante el toque de queda.

Miedo, incertidumbre, pánico, ansiedad, re-ajustes inmensurables e inimaginables al momento que durante el viernes 15 , sábado 16 y domingo 17 de mayo, TODO estaba prohibido y TODO cerrado, salvo caminar a las tiendas de barrio o abarroterías entre las 08:00 a 11:00 de la mañana. Muy pocas personas durmieron con un sueño reparador esa noche.

Lo que causa una noticia así, en humanos como animales, es una respuesta de supervivencia grupal e individual al momento que las fuentes se ven repentinamente cortadas. Un enjambre, una estampida, y una reacción de frenesí ante la conmoción.

Lo que causa una noticia así, en humanos como animales, es una respuesta de supervivencia grupal e individual al momento que las fuentes se ven repentinamente cortadas. Un enjambre, estampida, y una reacción de frenesí ante la conmoción. Lo que se vio al inicio de marzo de colas interminables, carretas/bolsos repletos de un montón de elementos, volvió en mayo en los días subsecuentes de esta decisión. Se cortaron además dos cosas esenciales ese fin de semana: centros de abasto masivo de alimento con higiene (VITAL), y del pago de la quincena al cerrar los bancos.. ¿dinero? (VITAL). Esto sumado a las ya miles de banderas blancas en la capital y en el país (demostrando que no tienen qué comer), miles de desempleados por esta situación, y además del veto para garantizar los servicios básico (luz, agua, comunicación) el mes pasado.

Los analistas, asesores y tomadores de decisiones tuvieron que ver venir esto antes de tomar estas medidas. Cualquiera lo pudo haber visto. Las abarroterías al día siguiente estaban abarrotadas de personas. La desesperación reinaba. ¿En qué lógica era esto sensato para contener/mitigar el coronavirus en Guatemala? En un margen tan corto de tiempo para comprar en los únicos lugares abiertos en Guatemala, súbitamente, era obvio que iban a estar aglutinados de gente, más cuando la oferta en las «tienditas» son limitadas (de allí el nombre coloquial de pequeñas tiendas). ¿Fue una movida para evitar la propagación del virus? Todo lo contrario. Seguramente logró lo que quería evitar. Ni en los países con las más severas medidas de restricción/contención – que gracias a ellas (aunque no se salvan de la crítica) ahora están bajando la curva y relajando medidas – JAMÁS cerraron cualquier fuentes de compra de productos, alimentos, higiene, agua de supermercados.

Fue disruptivo en lo negativo. Los mercados cerrados de repente, con alimentos que demoran meses en cultivar, crecer, estar listos para el consumo. Y así como se toman su tiempo en crecer, así de corta es la vida de esos productos con la calidad que el ojo y el sabor han acostumbrado a la población humana. Las ventas ya estipuladas del fin de semana se tiraron, se regalaron, o intentaron guardar. En el lado positivo, algunas personas pudieron comer gracias a la solidaridad humana. Otros, se quedaron sin sus ingresos que les serviría pagar otros gastos fundamentales. Pero, ¿dónde está la protección para las personas que más lo necesitan? ¿Ya ha llegado? ¿El gobierno o quiénes van a asumir y compensar las pérdidas por esas decisiones? ¿Y lo productos en los supermercados? ¿En toda la red de recolección, distribución, almacenaje, durabilidad? ¿Intentaba el presidente aislar lugares cerrados (techados), suponiendo que allí podía estar el virus presente, para que en esos tres días de clausura, muriera al no tener contacto con gente?

Pues esto duró poco. La intención inicial de las personas en #QuedateEnCasa, lo medio logró al suprimir automóviles y cerrar gasolineras. Pero la presión, crítica y descontento fue tal, que el domingo a las 20:30 horas (1h30 después de su usual cadena de los domingos a las 7pm) rectificó que los supermercados y mercados podían abrir de de 5am a 5pm y libre circulación de lunes a viernes. Fines de semana, nada de nada. Ah, y encima de eso, los tenderos ahora serán testeados para COVID-19 luego del despelote y quedarse desabastecidos del fin de semana.

¿Qué esperar ante estos cambios, poco predecibles, constantes y sin mucha comprensión? Así que el lunes 18 de mayo salió toda Guatemala. La «ebullición» que quiso contener el fin de semana se desplegó ante nuevamente colas kilométricas en supermercados, bancos, en concentración de gente en las colas, en lugares abiertos como en los mercados, y cerrados (y otros cerrados movibles: los carros con tráfico como un día a hora pico pre-COVID19).

Es obvio que si aumenta la cantidad de pruebas que era bajísima al inicio (cantidad de pruebas realizadas en total, pruebas por millón), los casos iban a aumentar. Mientras más se democraticen los pruebas, más casos van a haber. Como el caso de Panamá – se hicieron pruebas masivas por lo que sus números de contagiados siempre fueron los más altos de Centraomérica, pero eso no quería decir que sus medidas estaban fallando. Al contrario, estaba ubicando a las personas desde temprano y conteniéndolas. Jactarse de tener pocos casos no debió ser para Guatemala, ya que las pruebas realizadas eran las más bajas de la sub-región.

Por otro lado, vino también la defensa y acusación hacia las personas que no estaban tomando las precauciones necesarias y pedidas, como el distanciamiento de por lo menos un metro. Había poco control o guías para saber cómo salir a las calles, y personal que pusiera orden de forma tranquila y ordenada. Cuando se toman decisiones así, no se espera que «el mercado o la mano invisible» la regule. Tal y como se delimitan restricciones, de igual se forma se tiene que informar y compartir planes de qué y cómo hacerlo.

El presidente en alguno de sus mensajes del fin de semana dijo algo por estas líneas: la idea era que se quedaran todos en la casa, y que no todos salieran a la misma vez. ¿Acaso las personas saben a qué horas van a salir los demás? No hubo ningún horario establecido, ni por zona, ni por edad, ni por terminación de su número de identidad. Básicamente da ordenes que son poco razonables una vez llevadas a la práctica, y deja que las personas o los comercios «se débrouillent», «figure it out», que «ellos mismos se las arreglen».

Hay responsabilidad de ambos lados. De los oficiales como de la población. Hay que recordar que sin mucha información, las decisiones de las personas fluctúan mucho, y pueden ir en un sentido diferente de originalmente asumidos o suposiciones iniciales. Un experimento social así es peligroso. Según experiencias, uno no solo da, arroja u ordena, uno orienta, guía, y hace lo posible para que la persona haga click. Da las facilidades, herramientas para que la persona abrace esa lógica y vaya con ella.

En un comentario que hice, ante desgarradoras imágenes del fin de semana, con gusto podemos apoyar a hacer, gestionar y planificar decisiones asertivas, con buena recepción y manejo, con las experiencias de otros países de forma global, regional y mismo local.

Estamos aquí como se decía, en la misma tormenta, pero en diferentes barcos. Es tener esa visión de todos los barcos, y tener oleajes favorables para todos, al inicio como al final. Estamos agradecidos por la voluntad de cuidarnos, y a los que ya nos cuidan, gracias. Queda más por hacer, y por favor, tómenos en consideración para formular mejores respuestas.



Hoy intentamos ir al supermercado a las 6:30am. Llegamos a las 6:34am, donde la puerta del estacionamiento aún estaba cerrada. Habían unos 6 carros, y 10 personas en la reja esperando entrar. Llegó el policía de la PMT para informarnos que no podíamos estar allí. Con un tono un tanto ya amenazante de ponernos una remisión, nos fuimos a los muy pocos minutos de haber llegado. Seguimos nuestro rumbo, donde vimos a las pocas cuadras el mercado que aún estaban relativamente vacío. Nos estacionamos en la calle, nos bajamos con nuestras bolsas, y compramos en el mercado las frutas y verduras necesarias. Con protocolos de higiene también estipulados. Pero, llegamos temprano. Luego vimos en redes sociales, cómo los supermercados y mercados ya estaban igual que las tienditas el fin de semana x1000, o como al inicio de la pandemia. Eso viéndolo mientras regresaba sentada en el asiento de atrás, parados en tráfico.

Esta pandemia ha venido a visibilizar y a palpar mucho más, que ahondaremos más en próximas notas.

/Lo escrito aquí no necesariamente refleja la posición del medio, son notas de opinión de las y los autores/